Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Con una maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas magistrales en un https://jaypokq357052.bloggazzo.com/37354148/la-confesión-de-zidane-sobre-su-cabezazo-en-2006